Eduardo Perero, responsable del área de economía circular y agua de Fundación Conama
Nuestras sociedades afrontan por causa de la pandemina del COVID-19 una de las crisis más globales e interconectadas que se recuerdan desde las pasadas guerras mundiales. El esfuerzo se centra necesariamente en aplicar las medidas de mitigación de la pandemia y en la búsqueda de soluciones para inmunizar a la población. Muchas son las lecciones que se desprenden de esta crisis sanitaria y las oportunidades de hacer comprender a la población la necesidad de acometer una transición ecológica que mitigue nuevas crisis globales e interconectadas.
En el momento en el que se está pensando en cómo reconstruir la economía y conformar los planes de recuperación que restablezca la seguridad y prosperidad perdida de nuestras sociedades, surge una encrucijada con dos visiones dispares:
- Aquellos que consideran que es necesario reactivar la economía de la forma más rápida posible poniendo en marcha todos los mecanismos que faciliten tal propósito, incluyendo la desregularización de las normativas fiscales y ambientales, consideradas como lastres de la economía.
- Aquellos que consideran, ahora más que nunca, que es una oportunidad activar la economía bajo el enfoque del Pacto Verde o Green Deal que incluye mitigación y adaptación al cambio climático, desarrollo de la economía circular y conservación de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos.
A nadie se le escapa que esta encrucijada conduce a caminos diferentes y si algo debe enseñar esta crisis sanitaria es el cambio de paradigma, la necesidad de prever crisis que no se ven a primera vista, de la importancia de las políticas públicas construidas en base a la evidencia científica y a las soluciones colectivas, de la necesidad de generar sistemas más resilientes y adaptativos que además de permitan establecer mecanismos de justicia social.
Afortunadamente, hay declaraciones políticas esperanzadoras. El pasado 9 de abril, diez ministros y ministras con competencias ambientales de la UE han pedido que los programas de reconstrucción tras la COVID-19 se alineen con los planes para atajar la crisis climática y la pérdida global de biodiversidad. En esta misma línea, recuerdan la invitación del Consejo a la Comisión para trabajar en un plan europeo de recuperación que integrara la transición ecológica y la transformación digital, y a que se utilice el Green Deal europeo como marco para impulsar esta recuperación.
Otras de las lecciones de esta crisis ha sido observar cómo muchos de los servicios considerados esenciales, en una sociedad en confinamiento, guardan relación con recursos naturales y servicios ambientales como el suministro de agua, energía, alimentación, la recogida y gestión de residuos, la depuración de aguas residuales, la descontaminación, etc. Además, los departamentos de salud pública que hoy investigan y establecen medidas contra la pandemia son los mismos que trabajan en los riesgos para la salud de los problemas ambientales.
En este sentido, el sector del agua ha demostrado una gran capacidad para mantener y reforzar dichos servicios en tiempo de crisis, pero también está preparada para afrontar los retos que propone el New Green Deal: colaborar en la mitigación del cambio climático, aprovechar la oportunidad que brinda el nuevo ciclo de planificación hidrológica para diseñar nuevos planes que integren los riesgos climáticos y programas de medidas adaptativas, además del impulso de un nuevo plan de economía circular publicada por la Comisión Europea en marzo de 2020, donde por fin, el agua cobra algo más de protagonismo.
El próximo Conama, que se celebrará del 23 al 26 de noviembre, quiere reunir a todo el sector ambiental para apoyar la reactivación de la economía en clave ambiental y para extraer las mejores conclusiones posibles de esta crisis sanitaria e impulsar una sociedad más sostenible, adaptativa, resiliente, descarbonizada, circular y que sea capaz de conservar los servicios ambientales que ofrece la biodiversidad de nuestros ecosistemas.