Siempre he sido feminista, aún sin saberlo. Soy de un pueblo que roza los 3.300 habitantes, estudié agrónomos y hace tiempo me incorporé a trabajar en Unións Agrarias- UPA. Allí tuve la suerte de coincidir con un grupo de mujeres en UPA, con distintos puestos de responsabilidad, que veíamos la necesidad de actuar para mejorar la vida de las mujeres en el medio rural. El detonante era la invisibilidad y la falta de derechos de las agricultoras y ganaderas que, después de toda una vida de trabajo, tenían como primeros ingresos propios la pensión de viudedad; mujeres que no se reconocían como agricultoras o ganaderas, porque ellas “sólo ayudaban”; mujeres que se ocupaban del trabajo doméstico, de la familia y de la explotación, sin figurar en ningún papel ni generar ningún derecho, porque era lo que se esperaba de ellas en la explotación familiar agraria; mujeres que llevaban el día a día de la explotación, pero dentro de casa, porque la parte social, la participación en las asambleas, en el sindicato, en la cooperativa… la hacían ellos.
Hace más de 20 años tomamos la decisión de impulsar una organización en la que todas pudiéramos participar, todas las mujeres que viven y trabajan en el medio rural y creen que su futuro y el de sus pueblos pasa por avanzar en igualdad, porque los problemas de fondo exceden a la profesión. Que la agenda feminista es la solución: hablar de empleo (visibilizándolo en la agricultura y apoyándolo en el resto de sectores), de cuidados, de servicios, de participación, de violencia de género, entre otros asuntos.
En aquel momento mucha gente pensó que no había cabida para una organización feminista de mujeres rurales. El tiempo nos ha dado la razón y cada vez son más mujeres las que se suman a este proyecto colectivo, ilusionante y transformador. Eso es lo que quiero compartir lo que hacemos en FADEMUR.
Las opciones de vida en el medio rural están infravaloradas: las personas que viven en los pueblos no gozan del suficiente prestigio social, personal y profesional, en comparación con las que lo hacen en el mundo urbano. Además, los proyectos de vida en el medio rural se hacen más difíciles debido a la falta de infraestructuras y servicios en el mismo.
A todo ello, la parte femenina de esa población que vive en los pueblos suma mayores trabas por su condición de mujer. Es así que ellas sufren una segregación horizontal y vertical del débil mercado laboral rural. También son ellas quienes contrarrestan la falta de servicios de proximidad en estas comunidades asumiendo los trabajos relacionados con los cuidados de las personas de su entorno. Además, los estereotipos de género, los modelos patriarcales, las creencias sexistas y discriminatorias de las mujeres están más enraizadas en el ámbito rural, según demostró el primer –y único- estudio sobre violencia machista en el medio rural de España que, precisamente, tenemos el orgullo de haber realizado en FADEMUR.
Somos entre 3 y 5 millones de mujeres rurales, según la vara de medir que se utilice para considerar o no rurales los municipios y núcleos poblacionales menores, como las parroquias y las pedanías. Esto ya nos aporta una pista de cómo es el terreno en el que trabajamos: poco observado y menos estudiado. En definitiva, muy ignorado.
El paraguas FADEMUR
Ante este panorama, las mujeres rurales nos organizamos. La Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) es el paraguas desde el que las mujeres que viven y trabajan en pueblos de toda España pueden conocerse y reconocerse para defender sus intereses y acceder a oportunidades que mejoren su calidad de vida, en clara desigualdad frente a la de los hombres rurales y a la de las poblaciones urbanas.
FADEMUR arrancó, en realidad, en el momento en el que las mujeres que conformaron las organizaciones empezaron a caminar. Así, las raíces son profundas: ya en la década de los 80 trabajaban algunas de las organizaciones que impulsaron la Federación. Los temas, tan variados como los que hoy toman partido en nuestro día a día: desde visibilizar el trabajo mujeres en las explotaciones agrarias hasta ayudar a aquellas de los pueblos a acceder a representación legal en caso de divorcio.
Todas estas organizaciones locales, comarcales, provinciales y regionales, cuya experiencia demostró que los problemas a los que se enfrentan las mujeres de los pueblos son similares en todas las zonas rurales de España, se unieron en FADEMUR en 2004. Desde entonces, otras han ido sumándose compartiendo un objetivo: que ser mujeres y vivir en un pueblo sea una opción de vida más, sin renunciar a derechos y a oportunidades.
Para ello, en FADEMUR trabajamos en tres grandes esferas estrechamente relacionadas entre sí dentro de nuestra agenda feminista rural: una que tiene que ver con los cuidados, aquella para la erradicación de las violencias machistas y una laboral.
Áreas de trabajo
Para mejorar la calidad de vida de las mujeres en el medio rural es importante equilibrar el reparto de las tareas domésticas y los trabajos de cuidados. En FADEMUR apostamos por devolver y reforzar los servicios de proximidad, mejorar el envejecimiento saludable de la población mayor rural para evitar situaciones de dependencia y avanzar en la conciliación familiar y la corresponsabilidad dentro de los hogares.
Contra las violencias machistas, en FADEMUR tenemos el objetivo de erradicarlas en los pueblos. Para eso, abordamos esta problemática analizando y estudiando sus mecanismos y la especial vulnerabilidad de las mujeres rurales. También formamos a agentes que trabajan contra esta lacra en los pueblos, canalizamos la atención y recursos a víctimas de pequeños municipios, donde existe una menor presencia y acceso a ellos.
Por último, estar marginadas o infravaloradas en el mercado laboral siempre tiene una consecuencia en las mujeres de los pueblos: les resta independencia económica. A través de formación, capacitación y facilitación de recursos, en FADEMUR mejoramos su empleabilidad, les ayudamos a lanzar sus propios proyectos emprendedores o sacamos a la luz el trabajo que realizan de manera invisible.
Las más pequeñas, las más sostenibles
Por todos estos escollos, las mujeres tienen más problemas para lanzar sus proyectos en los pueblos, por lo que suelen ser de menor tamaño que los de los hombres. Esto tiene como consecuencia que sean más vulnerables en épocas de crisis, pero también más innovadores y sostenibles. Es la forma de sortear las barreras y optimizar los recursos disponibles.
Estas emprendedoras se encuentran, en demasiadas ocasiones, abocadas a ser heroínas anónimas a su pesar, y no reciben necesariamente el reconocimiento y apoyos merecidos. Desde FADEMUR paliamos esto, ponemos en valor su trabajo frente a toda la sociedad y administraciones, y ejercemos nuestra influencia y presión para recabar ayudas para sus proyectos.
Por otro lado, también les apoyamos en aspectos técnicos, ayudándoles en la comercialización, en aplicar nuevos conocimientos, en hacer sus planes de negocio, en planificar su estrategia empresarial…
Y un punto muy importante, en FADEMUR facilitamos su acceso a la financiación, tan necesaria para emprender cambios de calado para la transición ecológica. El propio Banco de España publicó hace unos años un informe en el que reconocía que las mujeres, a pesar de ser mejores pagadoras que los hombres, reciben más negativas por parte de las entidades de crédito basando esta decisión en un sesgo de género sin más fundamento. Por eso, para nosotras es importantísimo tanto conseguir fondos de entidades públicas y privadas para las emprendedoras rurales como guiarlas a la hora de pedir los mismos y, de esta forma, aumentar sus posibilidades de éxito.
Si quieres conocer otros testimonios como el de Teresa López López, puedes acceder a nuestro especial por el 8M, donde contarás con otros artículos de mujeres de diversos campos que trabajan por un futuro más sostenible e igualitario.