El Observatorio de la Movilidad Metropolitana (OMM) está preparando un nuevo informe sobre las tendencias del transporte público en el año 2020 y avance del 2021, en el que se puede apreciar el efecto de la pandemia. Hablamos sobre ello con su directora técnica, Cristina López, quién nos hace un recorrido por la delicada situación que atraviesa la movilidad urbana y metropolitana a escala nacional.
El transporte público afronta a uno de los escenarios más complejos de los últimos años. A la pérdida de viajeros derivados de la pandemia, se une la escalada de precios de la energía surgida – entre otros factores, por la guerra de Ucrania- y la necesidad de seguir utilizando combustibles más respetuosos con el medio ambiente para paliar la crisis climática y contribuir a la descarbonización del transporte.
Estos son algunos de los retos que están analizando en el nuevo informe el Observatorio de la Movilidad Metropolitana (OMM), una entidad que reune a las principales Autoridades del Transporte Público (ATP) junto con los dos ministerios implicados en las políticas de movilidad y calidad del aire, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (MITMA) y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITERD), y que analiza año tras año desde 2003 los indicadores de movilidad en las áreas metropolitanas integrantes, valora las tendencias generales de la movilidad y da apoyo a las ATP para mejorar su gestión.
“Disponemos de datos de movilidad en una serie histórica en la que se puede constatar la evolución transporte público, los cambios en la oferta y la demanda, como se han ido integrando las distintas redes, se han digitalizado los servicios (apps, tarjetas de transportes, etc.) y cada vez más ciudades apuestan por combustibles más respetuosos con el medio ambiente”, adelanta su directora técnica, Cristina López, pero -recalca- “todavía queda mucho por hacer”. “Hay que recuperar muchos viajeros perdidos”, añade.
El transporte público es uno de los temas transversales del eje de Movilidad de Conama 2022 y que se mencionan en el informe “La movilidad que queremos. Para una ciudad sostenible, saludable y segura”. La movilidad sostenible es, además, desde hace años una de las principales líneas de actuación de Conama.
La pandemia, el mayor freno al transporte público de los últimos 9 años
“En el año 2019, el transporte público había alcanzado sus cuotas más altas y en muchas ciudades el uso del coche empezaba a descender, pero la fuerte crisis sanitaria cambió el rumbo que tanto costó alcanzar con fuertes inversiones y políticas públicas. Las autoridades del transporte habían afrontado el reto de la crisis económica de 2008, donde se perdió casi el 25% de la demanda, pero ahora les aguarda un reto, si cabe más difícil que el anterior, porque la pérdida de la demanda supera el 50 % de la habitual. Los cambios impuestos han supuesto una transformación tecnológica sin precedentes que esperamos que contribuya en el proceso de mejora y recuperación del sistema en los próximos años”, indica Cristina López.
El OMM está elaborando el nuevo informe en el que se refleja la lenta recuperación de viajeros, aún lejos de alcanzar los niveles de 2019. “Estamos analizando los datos del 2020 y el avance de los datos de 2021, y los resultados obtenidos en los datos de 2020 suponen un grave paso atrás. La pandemia mostró la vulnerabilidad del sistema de transporte público, que a pesar del gran esfuerzo que realizaron las ATP, pusieron de manifiesto nuevos hábitos de movilidad. El miedo al contagio, evitar masificaciones y las incomodidades del transporte público fueron las principales motivaciones para el cambio modal. Por lo que se produjo un incremento en la utilización de los modos individuales frente a los modos colectivo”, asegura.
En estos momentos, aunque todavía no tenemos datos suficientes, se estima que el gran incremento del precio de los combustibles derivado principalmente de la guerra de Ucrania, podría contribuir a un mayor uso del transporte público, aunque a su vez, también se origina un aumento notable de los costes de explotación de éste. De una manera u otra, “debemos optar por dar unos mensajes de confianza y concienciación para que los viajeros se sientan cómodos y seguros en el transporte público, como forma sostenible y saludable para la movilidad cotidiana”, propone la directora.
Avances en la digitalización, la sostenibilidad y la accesibilidad
Recuperar a los viajeros no es el único desafío de las ciudades y operadores de transporte público. La pandemia ha acrecentado hábitos laborales como el teletrabajo, la diversidad de jornadas, también se ha puesto de manifiesto un cambio en los patrones de localización residencial, con una dispersión hacia zonas menos densas, unido a la proliferación de nuevos tipos de movilidad (coches compartidos, patinetes, bicicletas públicas…), etc., todo ello supone un reto para la planificación de la oferta en horas punta y anticiparse a picos de demanda.
Desde las arcas públicas se están realizando grandes esfuerzos e inversiones para acelerar aún más la digitalización, ya presente en el transporte público. “Hablamos de implantar herramientas ITS que revierten en un aumento de eficiencia, sostenibilidad y seguridad, tanto para operadores como para usuario. Destacan los Sistemas de Apoyo a la Explotación (SAE) con un seguimiento geolocalizado en tiempo real de los vehículos, el billetaje inteligente, la prioridad semafórica, las apps, etc…, por lo que cada vez son más numerosos los avances para adaptarse a las necesidades del viajero”, cuenta Cristina López.
La innovación también está llegando a la mejora en la tecnología del motor y de los combustibles para avanzar hacia la transición ecológica. “Estamos viendo un cambio de tendencia sobre todo en los combustibles de los autobuses urbanos, lo que contribuye a reducir la contaminación y mejorar la calidad del aire. Se van utilizando cada vez más vehículos híbridos o de biodiesel sobre todo en la flota urbana, y de forma más lenta, en la interurbana.”, apunta la directora.
En términos de accesibilidad, las ATP han mejorado sus instalaciones y servicios para eliminar barreras para las personas con movilidad reducida o vulnerables, y se aspira a que llegue a más puntos en los próximos años. “Eliminar las barreras, es esencial para que el servicio pueda llegar a todos”, indica López.
¿Bus o tren? A la búsqueda de un perfil de los viajeros
Como se ha comentado anteriormente los datos de 2019 no reflejan la situación actual, pero sí se mantiene la tendencia de una mayor participación de los modos ferroviarios, ya que, de un total de 3.848 millones de viajes en transporte público, 1.876 millones se realizaron en autobús, mientras que en modos ferroviarios se hicieron 1.972 millones de viajes.
De los viajes en autobús, 1.250 millones de viajes fueron realizados en bus urbano, mientras que en buses metropolitanos se realizaron 626 millones de viajes. En cuanto a los viajes realizados en modos ferroviarios, la amplia mayoría fueron realizados en metro, con un total de 1.314 millones de viajes, mientras que en cercanías se contabilizaron 432 millones de viajes.
A través de estas cifras es posible apreciar que los modos ferroviarios juegan un papel muy importante en las ciudades, ya que, estando presente en casi la mitad de ellas, su demanda es ligeramente superior a la de autobuses urbanos, presentes en todas las ciudades que se analizan. En este sentido, el OMM trata de destacar los hábitos de movilidad más frecuentes para una mejor adaptación de la oferta a la demanda. También, “desde el OMM estamos trabajando para ofrecer los datos en abierto para que ayuden a la gestión del transporte”, concluye.