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Innovación y seguimiento en la restauración fluvial: El proyecto Manzanares-Gavia-Bulera

La conservación y restauración de la naturaleza es uno de los pilares fundamentales del Pacto Verde Europeo, que en 2024 alcanzó un nuevo hito clave con la aprobación de la Ley de Restauración de la Naturaleza (LRN) estableciendo objetivos específicos de restauración, incluyendo un 20% de zonas terrestres. Esta ley establece nuevos horizontes a los esfuerzos comunitarios por la restauración del patrimonio natural, impulsado durante décadas a través de diferentes instrumentos de apoyo como son el programa Horizonte Europa o LIFE y, más recientemente, los instrumentos de financiación de los fondos Next Generation EU.

Una cuestión clave en este proceso de impulso y apoyo a proyectos de restauración de ecosistemas es la posibilidad de innovar en nuevas técnicas y procedimientos e identificar aquellos más eficientes o que ofrecen más beneficios y oportunidades en materia social, económica o en relación a otros retos ambientales. Es por ese motivo que uno de los aspectos clave de estos programas es establecer planes de seguimiento y evaluación ambiciosos.

Este es el caso del proyecto de Recuperación del ecosistema fluvial Manzanares-Gavia-Bulera. Infraestructura verde y azul Bosque Metropolitano de Madrid, liderado por el Ayuntamiento de Madrid en agrupación con CEDEX y la Fundación Conama. Este proyecto, beneficiario de fondos Next Generation EU, ha establecido un ambicioso plan de seguimiento, coordinado por el Centro de Estudios de Técnicas Aplicadas del CEDEX (CETA), que prevé la medición de indicadores durante todas las fases de desarrollo y ejecución del proyecto para poder evaluar el impacto del mismo sobre el tramo de actuación.

Junto a un bloque de indicadores obligatorios establecidos por el programa de financiación, y los indicadores necesarios de control ambiental de la obra que plantea el proyecto en el aliviadero de Abroñigales, se ha incorporado el seguimiento de elementos de calidad (biológica, físico-química e hidromorfológica), así como de servicios ecosistémicos a través de indicadores de ocupación del suelo, vegetación de ribera, entomofauna o ictiofauna, entre otros. Una planificación integral de indicadores en el proyecto resultará especialmente útil para conocer los beneficios de las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) previstas, especialmente a nivel de mejora de los servicios ecosistémicos locales.

Durante la fase inicial del proyecto se ha trabajado en una caracterización ecológica e hidromorfológica inicial del tramo de actuación, mediante un estudio de las condiciones morfológicas desde 1956 hasta 2022, perfiles transversales para ver cómo están las márgenes del cauce, así como la descripción de la vegetación y de la fauna en ese tramo del río. Esta primera fase ha permitido profundizar en el conocimiento de las alteraciones que están afectando al sistema fluvial, como la presencia de obstáculos que interrumpen la continuidad del río (especialmente por parte de azudes); las canalizaciones y desvíos o los desequilibrios en el sistema de erosión y sedimentación, con síntomas de incisión del cauce por tramos, lo que afecta a la variación de profundidad y anchura del cauce, entre otras presiones e impactos.

Para la medición de los parámetros físico-químicos y biológicos se están utilizando puntos de control de la Confederación Hidrográfica del Tajo y del Ayuntamiento de Madrid que se encuentran dentro del tramo del proyecto, con un total de 6 puntos de control físico-químico y 1 de control biológico.

En el estudio inicial de la vegetación, se ha observado que existe una escasa conectividad ecológica longitudinal y transversal entre los estratos de la vegetación ribereña, además de presencia alta de especies alóctonas y de etapas regresivas e la vegetación. Esto pone de manifiesto que la zona ha experimentado alteraciones a lo largo de los años que han afectado al estado natural de la vegetación.

Dentro del contexto de los servicios ecosistémicos del río, uno de los indicadores que se está midiendo es la estructura y composición de la comunidad de insectos (entomofauna) ligada al río. Para ello se están llevando a cabo dos tipos de muestreo; por un lado, un colector móvil que recorre 10 km junto al cauce del río y, por otro lado, la realización de transectos in situ junto al aliviadero donde se va a realizar la actuación.

Para el muestreo móvil, se utiliza un colector que se encuentra sobre un coche, el cual recorre una distancia aproximada de 3 km, que realiza 3 veces, hasta alcanzar los 10 kilómetros totales de muestreo. “En general este tipo de estudios se realizan con trampas fijas; nosotros lo que hacemos es recorrer una serie de kilómetros hacia arriba y hacia abajo del río hasta un total de 10 kilómetros y vamos recogiendo todos los insectos y luego los analizamos”, comenta Manuel García, jefe del Área de Ingeniería Ambiental del Centro de Estudios de Técnicas Aplicadas del CEDEX (CETA). Además, este colector cuenta con un sistema de cierre automático cuando el vehículo tiene que bajar la velocidad durante el recorrido.

Una vez realizado el muestreo, se analizan las muestras recogidas. Por un lado, se analizan en el conjunto de la comunidad y, por otro lado, en función de los diferentes órdenes. Dentro de la entomofauna, los que más interesan son los polinizadores, analizándolos en función de los diferentes órdenes que se encuentran.

En este vídeo, Manuel García, jefe del Área de Ingeniería del CEDEX, explica cómo están llevando a cabo los muestreos y la medición de entomofauna en el tramo de actuación del río.

El proyecto Recuperación del ecosistema fluvial Manzanares-Gavia-Bulera. Infraestructura verde y azul Bosque Metropolitano de Madrid cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.