Hay un nuevo momento para la educación ambiental. Es el análisis que hace este sector, después de muchos años pidiendo un mayor papel de educadores, empresas o de la propia Administración en este ámbito.
Esta semana de la educación ambiental, que el domingo culmina con su Día Mundial, arrancó con la declaración del Gobierno de la emergencia climática. Aunque sin respaldo jurídico, el Ministerio para la Transición Ecológica ha acompañado el anuncio con un plan de 30 acciones concretas. La número 19 dice así: “Reforzar la incorporación de los contenidos de cambio climático en el sistema educativo y aprobar en el año 2020 un Plan de Acción de Educación Ambiental para la Sostenibilidad”.
La medida es bienvenida desde colectivos como Conama, dedicados desde hace muchos años a trabajar en propuestas y buscar formas de incluir la sostenibilidad en el sistema educativo. A través de sus grupos de trabajo, en los que colaboran educadores, organizaciones no gubernamentales, empresas y la Administración, Conama ha impulsado la reivindicación del sector en este ámbito tan importante para el futuro.
Además de un Plan Nacional de Educación Ambiental, este año está prevista la celebración de un Congreso Nacional –se han realizado a nivel autonómico, pero no a mayor escala– así como la Conferencia Internacional de la Unesco. “El año 2020 va a ser importante para la educación ambiental, pero ahora hacen falta medidas concretas”, matiza Carmen Perdices, asesora de formación ambiental en el centro de Villaviciosa de Odón, que depende de la Consejería de Educación de Madrid, y miembro del grupo de trabajo de Conama en este ámbito.
En primer lugar, es necesario, avanzan en el sector, una ley para que la sostenibilidad entre en el currículo de los alumnos de una forma transversal, en todas las materias y áreas, en línea con los Objetivos del Desarrollo Sostenible de Nacionales Unidas, en concreto el número 4: “Garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos”. Este aspecto, analiza Perdices, pasa por una formación permanente de los profesores y que los centros dispongan de los recursos necesarios, así como tiempo suficiente para abordarlo.