El papel de las mujeres en la sostenibilidad no solo es necesario, sino fundamental para garantizar un desarrollo equitativo y resiliente. Históricamente, los modelos de desarrollo han marginado la participación femenina, limitándola a roles asistenciales o reproductivos. Sin embargo, movimientos como Women, Environment and Development (WED) han reivindicado la importancia de integrar a las mujeres como agentes activas en la toma de decisiones sobre el desarrollo económico, el acceso a recursos y la gestión sostenible del medio ambiente.
A nivel global, las mujeres desempeñan un rol clave en la administración de los recursos naturales, la producción agropecuaria, la silvicultura y la innovación tecnológica. No se trata solo de una cuestión de equidad, sino de eficiencia: se ha demostrado que cuando las mujeres participan activamente en la gestión ambiental, los proyectos de desarrollo sostenible obtienen mejores resultados en conservación de ecosistemas, mitigación del cambio climático y economía circular. Una evidencia de ello es lo que expone la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza UICN al ejemplificar que “los grupos de gestión forestal y pesquera equilibrados en cuanto al género o dirigidos por mujeres mejoran la protección y restauración de los ecosistemas, aumentan la responsabilidad y la transparencia y distribuyen los beneficios de forma más equitativa”.
Pese a que la equidad de género es un factor clave para el desarrollo sostenible, con impacto directo en las personas, el medio ambiente y la economía, a seis años del plazo fijado para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el progreso en materia de igualdad sigue siendo lento, lo que visibiliza la necesidad de reforzar las inversiones en políticas de equidad para garantizar un futuro más resiliente y justo.
Como advierte Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO, en su informe de 2024:
“En los países del G20, la proporción de mujeres en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas no supera el 22%. Esto socava nuestra capacidad colectiva para innovar y dar respuesta a los desafíos apremiantes de nuestro tiempo como el cambio climático y la transformación digital.” (UNESCO, 2024).
Educación y representatividad como catalizadores del empoderamiento
La relación entre la educación y la igualdad de género es innegable. La capacidad de las mujeres para acceder a oportunidades educativas y de investigación impacta directamente en su participación en la generación de conocimiento, la innovación y la formulación de políticas ambientales y tecnológicas. A pesar de los avances, persisten importantes desigualdades a nivel global y en el contexto español.
A nivel internacional, los datos muestran una brecha persistente en el acceso a la educación superior y la investigación. Según el Panorama de Género 2024 de ONU Mujeres, solo el 35% de las personas graduadas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) son mujeres, lo que reduce su participación en sectores clave para la innovación y la transición ecológica. Además, en 2024 las mujeres representaban apenas el 31,5% de las investigadoras a nivel mundial, una cifra que no ha cambiado significativamente en la última década.
Esta situación también se refleja en España. De acuerdo con el informe Mujeres e Innovación 2024, del Observatorio de Mujeres, Ciencia e Innovación (OMCI), las mujeres representan el 43,7% del Personal Docente e Investigador (PDI) en universidades españolas, pero solo el 37% participa en actividades de transferencia de conocimiento. Además, aunque intervienen en el 75,8% de las solicitudes de prioridad de patentes del CSIC, su representación como inventoras principales sigue siendo baja (35,5%) en comparación con sus colegas hombres.
En el sector energético y de recursos naturales, la situación es aún más preocupante. Según ONU Mujeres (2024), las mujeres ocupaban solo el 12% de las responsabilidades ministeriales en estas áreas a nivel mundial, lo que evidencia su escasa presencia en espacios de decisión vinculados con la sostenibilidad y la transición ecológica. En España, aunque se han registrado avances en el liderazgo femenino en la ciencia y la innovación, estos no han sido lo suficientemente significativos para revertir los desequilibrios de la última década.
Pese a las preocupaciones históricas de la participación de la mujer en el ejercicio de poder y la toma de decisiones (Declaración de Beijing 1995), todavía la democracia necesita adaptarse para responder a los desafíos ambientales actuales. En ese sentido, la paridad y la representatividad de las mujeres en todos los sectores es crucial para su empoderamiento y para promover una equidad incentivando a las niñas a aspirar a roles de liderazgo.
Enfoque de género en CONAMA 2024
Desde la Fundación CONAMA, reafirmamos nuestro compromiso con la equidad promoviendo la paridad en cada edición del Congreso Nacional del Medio Ambiente. Trabajamos activamente para reducir la brecha de género en las mesas de debate y exposiciones, asegurando una representación equilibrada en todos los espacios del congreso. Este esfuerzo se reflejó en que, en CONAMA 2024, el 45,4% de las personas participantes en mesas y exposiciones fueron mujeres.
Si observamos la distribución por los nueve ejes temáticos que estructuran el congreso: Energía, eficiencia y cambio climático; Movilidad; Renovación urbana; Desarrollo rural; Biodiversidad; Agua; Calidad ambiental y salud; Residuos; y Economía y sociedad, la mayoría presentan una participación femenina superior al 40%. Destacan especialmente los ejes de Desarrollo Rural (51%) y Economía y Sociedad (54,1%), que alcanzan e incluso superan la paridad. También se registran cifras cercanas al equilibrio en Renovación Urbana (49,3%), Residuos (43,9%) y Energía, eficiencia y cambio climático (45,2%).
Sin embargo, persisten desafíos en ciertos ámbitos donde la participación femenina sigue siendo inferior, como en Biodiversidad (30,9%) y Agua (35,9%). El primero de ellos, con fuerte foco sobre las inversiones y la contabilidad de los recursos naturales, quizá nos esté indicando que en el ámbito económico queda mucho camino por recorrer. En el sector del agua, la situación nos llevó a impulsar junto a AEAS una sesión sobre “Mujeres y Liderazgo en el sector del agua” que se puede ver aquí.
En residuos, sin embargo, tuvimos una situación poco habitual hasta hace poco tiempo: La sesión dedicada a Envases y la Responsabilidad Ampliada del Productor contó con un 86% de mujeres, mientras que en la de eficiencia energética y novedades de la nueva Directiva, la representación femenina alcanzó el 75%.
Más allá de la visión general por ejes temáticos, al analizar la participación de mujeres en cada sesión técnica, se observan diferencias significativas en la representación femenina en los espacios de debate y exposición. Si bien es verdad que en algunos casos la distribución por género en un eje temático es paritaria, aunque en sus diferentes sesiones puede haber mesas con prevalencia de uno de los géneros, en otros casos, sobre todo en sesiones menos integradas en un programa más amplio, sí merece la pena poner el foco.
La mesa sobre la Estrategia de Químicos para la Sostenibilidad (69%), la sesión sobre Ecodiseño (67%) y el Modelo organizativo para la rehabilitación de edificios en España (56%) tuvieron mayoría de mujeres. En contraste, algunas sesiones presentaron una participación masculina ampliamente mayoritaria: la sesión sobre Contaminación Acústica no contó con ninguna mujer entre sus participantes. En el debate sobre Infraestructuras clave para la transición energética, la representación femenina fue del 25%, la misma proporción que en la sesión de Políticas y planificación del agua. En los retos del nuevo reglamento de Restauración de la Naturaleza, la participación de mujeres fue del 27%, mientras que, en la evaluación de riesgos climáticos y adaptación de infraestructuras, apenas alcanzó el 28%.
Estos datos refuerzan la necesidad de seguir impulsando espacios diversos e inclusivos en el sector ambiental. Garantizar la representatividad femenina no solo es una cuestión de equidad, sino una estrategia clave para enriquecer el debate, mejorar la toma de decisiones y construir un modelo de desarrollo verdaderamente sostenible.
Invertir en mujeres: clave para la sostenibilidad
Invertir en igualdad de género no solo es una cuestión de derechos humanos, sino también una estrategia fundamental para garantizar un desarrollo económico y ambiental sostenible. Diversos estudios han demostrado que reducir la brecha de género tiene un impacto positivo en la productividad, la innovación y la seguridad alimentaria. Según el informe Panorama de Género 2024 de ONU Mujeres, cerrar la brecha de género en la productividad agrícola y la brecha salarial en los sistemas alimentarios podría reducir la inseguridad alimentaria en 45 millones de personas. Además, mejorar la inclusión financiera y el acceso a tecnología podría aumentar el PIB mundial en un 1% (aproximadamente 1 billón de dólares).
La evidencia también señala que una mayor equidad de género impulsa la competitividad y la innovación. Según el Informe Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial (2023), cerrar la brecha de género a nivel mundial podría tardar 131 años, lo que evidencia la necesidad de acelerar medidas para garantizar una participación equitativa en el desarrollo económico. A su vez, la desigualdad en el acceso a la tierra y los recursos sigue siendo un obstáculo clave para la sostenibilidad. Como destaca ONU Mujeres, aunque las mujeres producen hasta el 80% de los alimentos en los países en desarrollo, poseen menos del 20% de la tierra, lo que limita su capacidad de acción y decisión en la agricultura y la gestión de recursos naturales.
Todo esto sin restarle importancia a otros procesos productivos y de relaciones sociales, tanto desde el punto de vista ambiental como del trabajo no remunerado de las mujeres, que no se contabiliza en ecuaciones tradicionales como las del PIB, pero que tiene un impacto significativo en la sostenibilidad del planeta y de la vida. Garantizar que estos aspectos sean considerados dentro de los modelos económicos es clave para avanzar en una transición ecológica justa e inclusiva.
Somos conscientes de que el desafío no se limita a aumentar la participación femenina en espacios de decisión, sino también a garantizar que las inversiones en tecnología y sostenibilidad incorporen una perspectiva de género. La transición ecológica será más efectiva si se incluyen las voces y necesidades de las mujeres, cerrando las brechas estructurales y fomentando la innovación inclusiva. Desde la Fundación CONAMA, continuaremos trabajando para fomentar una mayor representación femenina en todos los ámbitos del debate ambiental, asegurando que las mujeres tengan voz y liderazgo en la transición ecológica.
